Desde Quid Qualitas pusimos sobre la mesa la necesidad de no solamente saber gestionar un equipo de alto rendimiento sino de saber liderarlo.
83% gestión, 17% liderazgo
Desde nuestra experiencia y después de diversos talleres realizados en diferentes sectores podemos constatar que el problema no está en las habilidades propias de comunicación sino de romper aún el techo de cristal que impide que el talento femenino impulse, motive y lidere a un equipo a alcanzar los objetivos pactados.
Como deber en saber transmitir las herramientas que apoyen este camino realizamos un autodiágnostico para averiguar qué tipo de liderazgo estaba más presente en las investigadoras de ASEICA y pudimos vislumbrar perfectamente la falta de delegación de tareas, un talón de Aquiles propio no sólo en el mundo de la investigación sino de otros sectores empresariales.
¿Es adecuado que cualquiera lidere?
Esta problemática provoca que delegemos los mandos del liderazgo a otro perfil de personas que no siempre son las más adecuadas para ello, sabiendo que no es una falta de capacidad sino de un hándicap cultural y visión a futuro en el campo del reconocimiento.
Ese equipo que “queda en la sombra” es el que debemos impulsar para que lidere, se escuchen sus voces y su trabajo tenga reconocimiento propio.
“El líder no es el que más sabe, es el que mejor cohesiona y entusiasma al equipo. Reconocer que se ignora algo le otorga humildad bien entendida, lo que le aleja de la arrogante categoría de listo. Admitir límites no erosiona la reputación, la humaniza y remarca la autenticidad” Javier Ontiveros
